Las migas y el efecto Guadiana

El efecto Guadiana al igual que el rio, viene relacionado con la palabra migas pues todo el mundo se apunta pero cuando hay que currárselas no queda ni Dios, para luego aparecer cuando están hechas.
El pasado 6 de enero me llamó mi madre diciéndome que los Reyes Magos me habían dejado un regalito en su casa. Cuando llegué rompí el papel de regalo como un niño y apareció un caldero de hierro (tenía muchas ganas de uno),

con una nota que decía: "Te dejamos este regalo con la condición que le hagas unas migas a tus padres", y como para el año que viene les he pedido una isla en las Seychelles tenía que cumplir con mi obligación.
Para empezar solo divisé a gente en la cocina cuando se sacó el pan duro, ya que cuando quise decir que había que cortarlo, ya estaba hablando solo, menos mal que ella nunca me abandona.

Aun así, fijarse en mis manos, a punto de estallar las venas del esfuerzo.

Pero por fin consigo lo que mas o menos necesito.

Desde luego al hacer migas cada zona o familia tiene su receta, y esta es la que aprendí de mi padre cuando me levantaba por las mañanas con él a horas intempestivas. Para empezar en abundante aceite pongo pimiento

y cuando está medio frito o Agüero marca el gol del empate del Atlético, le echo bastante ajo picado.

para luego añadir panceta picada bien fina.

Cuando está bien frito todo, añado como un par de vasos de agua y lo llevo a ebullición.

Un par de minutos después bajo el fuego al mínimo y añado el pan.

Y aquí empieza el trabajo duro que hizo que mi excuñado y ahora amigo Jesús, odiara para los restos este plato. Y es que hay que machacarlas y "picarlas" con una buena herramienta, no como hice yo.

Y así, entre tanto trabajo, la soledad de la cocina y el disgusto de ver como el Atleti pierde, necesito doparme con un vinillo que esté rico.

Hasta que por fin decido que ha llegado el momento de finalizar

con un resultado mas que óptimo

que corroboran todos aquellos que desaparecieron y como por arte de magia y saliendo de la nada, los ves pertrechados de cucharas y dando cuenta de las migas directamente del caldero, confirmando de esta manera el efecto Guadiana.
A mi particularmente me gustan para desayunar con un cafelito cargado de azúcar

y con la compañía de mi hija, que al igual que yo hiciera, se levanta a la misma hora que su padre insomne.

Y estas son mis migas y lo que considero, aunque pueda haber variantes, de lo que son unas verdaderas migas y no ese pan frito con un aceite de miles de kilómetros que algunos restaurantes si pudor venden como cocina regional.

4 comentarios:

Paco Becerro dijo...

Carnivoro y del Atleti, recomendado por Pisto y no Pisto...

Por algo paso yo por aquí, compañero...

Ricas las migas, sí señor.
Un saludo

Oseypunto dijo...

Carnivoro por obligación,
del Atleti por pasión (masoca)
y a Pistoynopisto les tendré que mandar un jamón.
Gracias Futuro por tu visita.

Anónimo dijo...

Lo de las migas es un fenómeno que varía desde Extremadura hasta Aragón, no he tomado dos iguales y a todo el mundo le gustan más las suyas que las de los demás. Motivo por el cual a mi me gustan más las alcarreñas.

Las tuyas tienen una pinta fantástica, pero me sorprende que no les pongas pimentón.

Ah y por el jamón no te preocupes, que con unas migas como esas nos damos por pagados.

Un saludo

Oseypunto dijo...

Tienes razón Nopisto que a cada uno le gusta las mas próximas o las que mas ha probado, también pasa con los embutidos, los quesos o cualquier producto típico que consideramos que el de nuestra región es mejor, siendo una postura de llamémosle "autodeterminación del paladar". Eso si, las que ponen en una gran mayoría de los restaurantes, eso no es ni regional ni ná de ná.
Y el pimentón no se lo pongo ya que arrastro secuelas psíquicas graves de la Helicobacter Pylori (que es una hijaputa) y me amargó la vida durante años, pero tiempo al tiempo.