Como el día se había levantado chungo (30 litros de agua),

en vez de ir a hacer footing (ja,ja) pensé en hacer un pastel de carne con riñones de lechal envuelto en hojaldre, pero fue sacarlos del frío

y decidí que eso era demasiado esperar, así pues, decidí hacerlos de una de las formas que mas me gusta. Si no los hago a la brasa, prefiero quitarles la grasa y la telilla que los recubre,

los doro un poquito y los aparto, salteo un par de ajitos le añado pimentón (de La Vera, claro) y le añado un buen chorreón de vinagre, vuelvo a meter los riñones y después de un larguísimo minuto ...

y dos minutos después ...

Y sin ningún remordimiento pienso que menos mal que no me puse con el pastel de carne y me vanaglorio de una de mis mejores virtudes: la impaciencia.
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