Una historia de desamor

Mi historia de desamor hacia el solomillo es comparable a todas esas parejas que un día, de repente se preguntan quien es esa persona que se levanta a su lado y separan sus caminos en busca de algo mejor o con mayor afinidad, pero como tienen unos hijos en común, están obligados a seguir en contacto o como muchos, a rememorar viejos tiempos entre las sábanas.
Mis desventuras con el solomillo van parejas a esta realidad. Recuerdo el día que le conocí, solo tenía ojos para él y sentía un hormigueo intenso cuando nos cruzábamos, nunca le decía que no, hasta el punto de denigrarme como persona y solicitar su presencia a la pimienta, al queso o mucho peor aún, al güisqui. Pero no sé como y por arte de magia, preferí dejar el solomillo y pasar a cortes no tan espectaculares en fama pero con mas chicha (nunca me gustó Claudia Schifer o Naomí Campbell, pero me enamoro de mujeres anónimas de la calle).
Al igual que las parejas, también creamos nuestro hijo (en mi caso hija), y claro cuando llega mi pequeña y me dice: PapÁÁ,(leáse de forma pija) quiero solomillo !, no puedo decirle que no, eso si, con mis condiciones que son:
- El solomillo siempre de vaca.
- Mantenerlo al menos un día con un adobo de mostaza, zumo de limón y laurel.
- Al día siguiente, cortarlo en finos filetitos.

- A las once en casa (Ah! no, eso es para mi hija)
- Espalmarlos suavemente y rellenarlos de un buen mi-cuit, o como en este caso, aprovechar las muestras de un paté de pato que te deja un proveedor creyendo que te va a convencer, y por último enrollarlos en plan brazo de gitano.

- Y por último, cortar al medio y ensartarlos en brochetas, darle unos polvillos de sal y azúcar, y pasar directamente a la plancha.



Y yas´tá, tengo unos noissettes bien apañaos, que acompaño de unas patatas confitadas en grasa de jamón y como salsa, una reducción de Oporto en la misma plancha que he dorado la carne. ¡ Todo el mundo contento ! PapÁÁ con la satisfacción de haber hecho feliz a su hija, el solomillo porque aun cree que Papá e hija le necesitan, e hija que con la barriga llena no ve la hora de levantarse de siesta.

2ª PARTE: LA VENGANZA

PapÁÁ, sabe que la venganza se sirve en plato frío, por ello coge un gran trozo de solomillo y se lo lleva a su Mááááma que se lo agradece efusivamente y le da a cambio un buen chorizo del pueblo. Cuando regresa a casa, ve como aún queda la cabeza (parte mas alta del solomillo) y sin dudarlo ni un momento (espero que nadie me crucifique por esto, porfavor) lo mete en el COCIDO que se está haciendo para el lunes.

Ahora PapÁÁ, fuma un cigarro, bebe vino y vive un rato.

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