Por aquello del aprovechamiento del cerdo, me imagino que se producirá de una manera u otra en todas las regiones de España. Algunos aprovechan el intestino ciego para embutir diferentes rellenos cárnicos del cerdo, desde huesos y costillas a carnes magras, lengua y cortezas. Pero a mi, por el “style bizarro ibérico”, me gustan los que embuchan en las tripas con marcado carácter, como son el estómago (en Extremadura, el “buche”) y la vejiga.

Suelo comprar la vejiga, pues es de tamaño menor y mas manejable para el tipo de familia con solo un vástago malcriado, pues por muy meón que fuera el gorrino, no suele pesar mas allá del kilo y medio. Y me gustan las de mi proveedor habitual, que solo le pone costillas adobadas con mucho ajo, orégano y pimentón de la Vera, y con el riesgo de saber que puede que me toque el trozo que él se ha llevado a la boca para probar el guiso y que vuelve a introducir en la artesa.

Pareja perfecta para todo tipo de guisos, especialmente con patatas y berzas, también frita y en el aceite sobrante, freir unos güevos o como la tomábamos con mi padre en el campo (mi preferida), con un zalaque de pan, un buen vaso de vino y un cuchillo arrebañando hasta dejar el hueso pelado y después utilizarlo a modo de caramelo.
Inmenso embutido, que aunque bien pensado puede dar reparo por aquello de ser el contenedor del pis, a mi me encantan sus lluvias doradas.

Ojalá pudiérais olerla, para mi, infancia en estado puro.
1 comentario:
Yo había conocido el Botillo, embuchado en el ciego, en el intestino grueso, pero en la vejiga, parece una interesante forma de dar un segundo uso a dicho contenedor...
Cuando se dice que del cerdo hasta los andares...
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