Las abrí al medio (eran 2, solo 2), retire la espina y las huevas (que era lo único que estaba bueno) y acomodé sobre los lomos unos trocitos de queso azul y un par de anchoas, cerré cual libro de bolsillo y las envolví con finas láminas de beicon, para como último paso, pasarlas por harina y güevo y dejarlas caer sobre el aceite caliente que las esperaba.
Olvidé decir que eran en tomate, por lo que aproveche esta “salsilla” que puse en el fuego a reducir con un buen chorreón de vinagre y azúcar, que resulto ser un ketchup mas que aceptable.
El resultado es satisfactorio y restablece el ánimo engañado de uno.

Esta receta se la quiero dedicar a Falsarius Chef, que si bien me alegro y mucho, por las personas que les va de cojones (u ovarios), demostrar que en todos lados cuecen habas y que a poca imaginación que tenga uno puede conseguir alegrar el paladar con productos poco menos que nefastos, aunque claro, no dejo de tener cierta pelusa de él, pues el tiene buenos amigos que le hacen ganar dinerito en T.V., radio, libros, etc. con fruslerias como esta y yo no.
2 comentarios:
Ingeniosa solución, apetecible... respecto al final del post seguramente ganás en amigos con estas inspiraciones contra la frustración. Olvidaste poner si te contestaron a la protesta.Gusto en conocerte.
RosaMaría, a día de hoy ni puñetero caso, ni creo que vayan a contestarme. No he puesto la empresa para que luego no se diga que si hablo de marcas o no, pero desde luego a estos no les vuelvo a comprar una lata.
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